domingo, 22 de enero de 2012

Memorias de la Riviera: Nos vamos al reservado, nos vamos a Mandala

Ayer cometí un grave error. Daba por cerrado el día después de haber estado en la piscina, error. Creía que ahí acabó el día, que de ahí nos fuimos a dormir... ¡Nada más lejos! La memoria juega malas pasadas, y pasaron tantas cosas en el viaje que al final no sabes dónde poner cada cosa.  Menos mal que guardo con atención la carpeta Xcape para saber qué hicimos cuándo. Y la noche del lunes 9 SuperNacho y Paulina nos prepararon una visita al Mandala para las 23:00.

Aunque estuviésemos ahí, siempre tienes un gusanillo vago en el cuerpo. Y esa noche en el bus que nos llevaba a Playa del Carmen (PlayaCar o PlayadelCar para los amigos) más de uno estaba pensando en que mejor hubiera hecho quedándose en casa (entiéndase casa por Lupita), dormido, preparando el día siguiente con la visita a Tulum. Porque creíamos que salir un día más, un día menos daría igual. Porque también tenemos fiestas aquí, allí, y porque el sueño empezaba a ganar la batalla a la energía. Pero al final, por orgullo o curiosidad, nos subidos al autobús esperando una noche rutinaria y tranquila, alegre y divertida. SuperNacho se presentó como nuestro guía, junto a  Paulina, nuestra guía. Con la misión de que nuestra "Xperiencia" fuera única. Bueno, pinta bien, ¿no?.

Desde donde nos dejaba el bus hasta la zona de fiesta de PlayadelCar hay un pequeño camino. Apenas son 50ms, pero son esos metros que te dan un resumen de la noche cuando vas y cuando vuelves. A la ida todo parecía apagado. Pero nada más empezar a ver las luces y la música el gusinallo del sueño se escondió, y se encendieron nuestras ganas de disfrutar, de pasarlo bien. No habíamos cruzado el Atlántico para quedarnos parados, ¿no? ¡Rumbo a Mandala! Y otra pulsera para la colección. Esas pulseras que te dan un poder especial, pero que luego cuando Lorenzo golpea el día siguiente te dejan una marca blanca, blanca.

Dentro te conducen por unas escaleras guiados con una linterna hasta una zona marcada como "Reservado". Y ahí experimentas ya el cambio de la sensación de querer a dormir a la sensación de estar en la Riviera Maya. A estar en PlayadelCar. A estar de viaje con 60 personas más como tú. Dentro, máxima atención a los nuevos invasores del Mandala, baños con chicles y mentolados a la salida. Chicles y mentolados previo pago claro, porque detrás de todo el surtido de Smints y demás había una cestilla con pesos (lo podían dejar más claro, pero hacen la del guiri). Camareros que lo mismo te atienden y bailan agarrando la fregona que al final de la noche te piden la voluntad, pero siempre con encanto, "otro rollo".  Mil espejos en su pared, en la que fue nuestra pared, nuestro pequeño reservado. Privilegiados no por tener esa zona, sino por estar ahí. Y lo disfrutamos, sin duda que lo hicimos.

(Espacio para la noche de cada uno)

Todos de vuelta sanos y salvos, la mayoría en autobús, otros haciendo turismo por PlayadelCar bajando las calorías del buffet. Cada uno con su ruta de vuelta al hotel, pero todos los caminos conducen a Lupita.
Antes de dormir disfrutando de nuestras nuevas carpetas, evaluando la hora de despertar para Tulum y el desayuno (cualquiera diría que no comemos caliente en casa) y haciendo balance del primer día. Gran primer día.

Una buena noche en la otra punta del Mundo. Una buena noche que mi memoria pensaba que la pasamos todos dormidos después de estar en el hotel. Y ahora sí que sí, mañana martes 10 de enero era hora de conocer Tulum y su playa. Era hora de ver la esencia del Caribe.

Good feeling!

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