viernes, 28 de enero de 2011

Día 13: Kaffee & und Kuche, vuelve la "Spanish Army".

Han pasado ya diez días, pero parecen ya meses. No sé si volveré a ver a la gente de allí, es la incógnita que queda siempre después de experiencias de este tipo. Siempre nos prometemos mantener el contacto, pero no siempre se cumplen nuestras palabras. O quizás sí. Así lo creo, por algo este es el año.

No sé si haré un repaso día a día, quizás me centré en los recuerdos que me quedan de esos días. Los recuerdos son los que dejan huella, así que espero poder contarlos como merecen. Posiblemente los más intensos; los que cerraron el capítulo de Schwäbisch Hall (por ahora). 

Esta historia la dejé aquí el miércoles 12 de enero, así que lo suyo será retomarla por el jueves 13 de enero. Recuerdo que ese día teníamos por la tarde “Kaffee und Kuche”. “Quicir”, nos daban café o té, y varias señoras de SHA (así es la matrícula de Schwäbisch Hall) nos prepararon diferentes tipos de tartas y bizcochos. En la mesa estuve con la catalana, la Aussi, la de NY, el de Florida, “el Grande”… Llegamos justo a la hora y por poco nos sentamos en una esquina sólos, menos mal que nos habían guardado sitio. Se nota que lo de “si es gratis voy” es un concepto internacional porque allí estábamos casi todos.

A la noche tocaba “Spielabend”. Y estaba marcado con un check en mi agenda, así que había que aparecer. Fui con mi vecina la Aussi a ver de qué iba el asunto, nadie tenía ni idea en que consistiría: cartas, mus, escoba… Pero era el Pub del instituto de las fiestas de los viernes, con un ping-pong, el futbolín, juegos de mesa… Sin duda el futbolín fue el hit de la noche,  aunque admito que no fui capaz de destruir a los brasileños (deportivamente hablando). Incluso intente resurgir la “Spanish Army” formando tándem con USA… Pero nada, el giro de muñeca de los de la canarinha es físicamente imposible de realizar. No lo entiendo. No sólo jugué a futbolín, achtung! Me enseñaron (o recordaron, bueno, enseñaron) a tocar Für Elisa con el piano. Resulta que la americana que estuvo por aquí para el Jazzaldia sabía tocar el piano desde pequeña. Así que me dio una clasecita rápida y dejé constancia de mi –escasa- habilidad musical. Aunque dijo que aprendía muy rápido, quizás lo mio sea el piano. No, me temo que no.

Así que bueno, la noche de juegos transcurrió con un muy satisfactorio. La música a cargo de los Zivis (los guías), buen ambiente, buena gente… Super toll! Otro día más que guardaré con buenos recuerdos. Aunque se acercaba el fin de semana, y sería mi último fin de semana. Y eso iba pesando poco a poco, con angustia. Pero mi filosofía fue de “no me hables del 18, hoy es 13”. Y así lo hice.

No hay comentarios:

Publicar un comentario