domingo, 3 de febrero de 2013

VollGraz: Das ist nur der Anfang

El sentido común me dice que ahora hable de "lo que no puede ser nombrado", que hable de las penas al irse, de la sensación de despertarte y ver el pasillo y no tu armario y bandera de Ferrari. De bajar en ascensor sin meter la llave, de entrar en el bus por la puerta delantera (no es que no pagase en Graz, es que se puede ir por detrás), de decir perdón y no Entschuldigung. Pero vamos a esquivar al sentido común, como nos quitamos el miedo al saludarnos el primer día allí. Prefiero recordar cosas, volver a contar batallitas. No tendrán sentido para muchos, no tendrán tan si quiera orden; pero quiera dejarlas escritas antes que el tiempo me grabe en la cabeza otras aventuras. Todo en positivo, todo para sacar sonrisas. Esa es la condición.

Esas últimas horas del mes de enero en Graz y... sale el Sol. Desde octubre no recordaba qué era eso de mirar arriba y tener que cerrar los ojos por la luz que venía. Es una señal de que Graz quiere decir hasta luego con su mejor cara. Yo por lo menos lo interpreto así, y como el que escribe aquí soy yo, ahí se queda. Con las maletas ya listas y preparadas, con la comida repartida por la Neubau además de los papeles, un timbre, papel de forrar libros... Vamos, que estábamos que lo regalábamos. Como se nota que la beca de Mariano da para mucho (espero que esta no fuera en negro). Comentario del autor:

Lo de las maletas y los viajes es la simbiosis de la destreza con la fuerza bruta. Las hice con "lógica", pensado al inicio como si de un Tetris se tratara, para acabar tirando de casta y saltando encima para cerrarlas. Mientras tanto te surgen dudas: ¿qué pasa si de camino al aeropuerto esto se revienta?¿esto lo tengo que llevar yo sólo, no?¿cómo metí esto en casa?¿para qué me traje tanta ropa?... Lo de siempre.

Últimos segundos en la Neubau con la PutzFrau, contenta de vernos y preguntando por "Migüel". En el momento en el que decía "Migüel" levantaba las manos al cielo como de un Dios se tratara. ¿Qué le dijiste Migüel?¿Por qué nos atormentas así?. Con su tan exhaustiva inspección a la habitación  (creo que yo tardo más tiempo en hacer la cama, ahí queda eso) y ese sermón semanal sobre mil y un temas. Sabiendo ella que siempre encuentra en nosotros un público entregado, me empezó a contar que está demostrado que mentimos 20 veces al día. Que hicieron un estudio con miles de personas y salió eso, así que a ella no le íbamos a colar nada. Ojo, no se anda con tonterías. Nuestra querida PutzFrau, tantas semanas de "Espaniolen, espaniolen" quedarán en la memoria. Sea como fuere, control pasado (me recuerda esto al Scrutineering de la Formula Student) y momento de recoger la fianza.

Volver a la misma calle que pisamos los primeros días para ir a ese oficina en la que entramos en manga corta y pantalón corto. En la que nos sentamos en el suelo del calor que hacía y lo mucho que habíamos andado. Con la gente entrando y saliendo con llaves. Gente, por aquel entonces, desconocida. Y ahora, aquí estábamos los que nos íbamos. Curioso, ¿eh? Qué rápido pasa el tiempo cuando no piensas en él. Cuando cada día es, y es que lo es,  una nueva aventura. Por lo menos se volvió aquí para firmar y recoger el dinero de los depósitos. Para recoger más de 500€ en metálico, y empezar a pensar en cómo gastarlos... ¿Tiramos de taxi?¿Una de Kottu -mejor dicho, otra- hoy?. Del banco a comer, a por la clásica pizza de cuatro ingredientes a elegir, y como novedad, un sabroso pimiento relleno.  A disfrutar del Sol. A pasear en esta mañana azul de Graz. Donde el tiempo todavía no corre, donde el mañana se planteaba tan lejano como el primer día aquí vivido. Con la sensación de caminar sabiendo que volverías ahí. De no mirar atrás porque volverás, algún día, a esa calle.

Continuará...