martes, 25 de junio de 2013

Tiempo: aliado y enemigo

Cuando realmente llegas a esos días previos en los que ves los años anteriores con perspectiva, cuando todo pasa como si de una película de cine mudo se tratara, cuando las imágenes de años anteriores vuelan por tu cabeza, entonces empiezas a presentir que se acerca un nuevo cierre de capítulo.

Los cierres de capítulo no suelen ser trago fácil si el tiempo ha sido disfrutado y aprovechado. Aunque ya tocará en un futuro cercano la entrada de cierre (curiosa combinación) en estos días se empieza a palpar ese final. Como en toda buena película, no sabes muy bien cómo va a terminar a pesar de llevar cuatro años de rodaje en 6 escenarios clave. Con más de treinta actores, todos ellos con su protagonismo, y hasta la fecha tres estrellas; aunque ahora viene la cuarta y definitiva. Es curioso como con el tiempo y las ganas (ganas de trabajar, de aprender, de arriesgar) te transportan de cero a cien. De la ignorancia más absoluta, a la ignorancia más curiosa. La que te hace preguntar todo, cuestionarte todo y mirar más allá. Para lo bueno y para lo malo, la experiencia es un grado. Para lo bueno por el conocimiento que te aporta, porque ves problemas ahora que ya viste solucionar en el pasado. Porque responde ante situaciones con la confianza que te da el tiempo. Porque sabes que un error tiene solución, pero no intentarlo no la tiene.

Para lo malo, porque si disfrutas y trabajas como entretenimiento y diversión cada vez sientes más apego por lo que haces. Porque entraste saludando con la boca pequeña (por timidez, no por mala educación porque siempre se debe saludar) y ahora caminas por ahí preguntando por las vacaciones que tuvo, por esa pieza que no  salía, y disfrutando de unos minutos de charla. Lo mismo se habla de la dama dorada que del vecino, siempre con humor. Tú que antes entrabas casi en silencio, ahora no puedes evitar sonreír. Incluso cuando finges estar cabreado. No puedes estarlo, mira dónde estás. Puedes estar más o menos satisfecho con un resultado o una actitud, pero de ahí al cabreo... Te durará unos minutos, ya verás. No es malo sentir apego por lo que haces, es más, es vital si quieres hacerlo bien. Pero ahora que escuchas la música de cierre, no quieres irte con la música a otra parte. 

Ves llegar al relevo, ves entrar nuevas caras que preguntan como tú preguntabas antes "dónde está", "qué es", "por qué". Y ahora te buscan a ti (y a los otros veteranos, ancianos) para resolver esas dudas. Si supiesen lo poco que sabes quizás... Cuando hace nada eras tú el que era llamado por su nombre, y los apodos eran cosas de los otros. Cuando tocarlo era ya un premio. Lo mejor de todo, es que sigues sintiendo lo mismo. El mismo apego, el mismo cariño por esos hierros con goma. Por eso que muchos verán como cuatro tubos doblados que hace ruido. Cómo pasa el tiempo... Ahora te toca transmitir, dar esa confianza que pusieron en ti y meterles en la sangre ese veneno que te metieron. 

Pero ahora no es tiempo de desviar atenciones ni preocupaciones a esa parte de la cabeza que conspira contra el tiempo. La que intenta anclarte en este bonito presente. Ahora es momento de montar, de preparar el asalto, de mirarle a la cara a este nuevo reto y hacer todo lo posible por triunfar. El éxito no es el resultado de esta semana, sino de todo un año, y de una actitud de varios años pero estos días son claves. Y  que la sensación de que llega el final se transmita en la sensación de querer hacerlo de la mejor manera posible, cogiendo lo que te enseñaron y lo que te enseñan cada día. Para que al mirar la foto de este año sonría alguien, sabiendo que siempre dimos todo lo que teníamos. Seguros que mantener viva la llama.